sábado, 18 de octubre de 2008

Conversaciones del camino

道の会話

Caminante son tus huellas
el camino nada más;
caminante no hay camino

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino

y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino
sino estelas sobre el mar.


Antonio machado


- ¿Recuerdas cuando empezamos el camino? Yo recuerdo que al empezar me sentía en un camino recto, sencillo, puede que largo, eso sí, pero fácil de recorrer pasito a pasito. Todo era tan claro…

- Yo tenía muy claro a dónde ir, cómo ir e incluso una idea aproximada del tiempo que iba a llevarme. 1, 2, 3,… y a correr, a ver quién llega primero. ¡Cómo cambian las cosas!

- Cuando uno empieza todo es nuevo y deslumbrante, todo impresiona, y todo lo queremos. Todo parece muy sencillo.

- Ya, luego ves que hay tantos caminos como personas, que el camino no es una senda marcada, son los pasos los que lo definen, y no hay dos personas que hagan el mismo camino, ni siquiera si van juntas, porque cada una dibujará una trayectoria diferente.

- Y para encontrar tu verdadero camino debes cuestionarte en todo momento si ese camino tan cómodo por el que vas te lleva a algún sitio, puede que no, e igual tengas que ir más allá, incluso caminando por el barro, atravesando un pantano. Para encontrar tu camino hay que ser valiente.

- Aunque cuando tu camino empieza a definirse suele ser cuando te empiezas a despreocupar de él, llega un día en que te das cuenta de que llevas mucho tiempo caminando y no recuerdas a dónde querías ir, un buen día descubres que no caminas para llegar, sino que, simplemente, te gusta pasear, vives el camino porque es lo importante. Al principio, al plantarte en el inicio del camino, solo podíamos ver (más bien intentábamos ver) el final, a dónde llevaba. Pero con el paso del tiempo te fijas en que el camino es mucho más que eso, el camino no es la distancia que separa dos puntos, al menos no es sólo eso, el camino son las flores a los lados de la senda, la firme tierra que sustenta nuestros pasos, la suave hierba que nos acaricia los tobillos, la sombra del árbol que nos cobijará unos metros más adelante, la brisa que nos refrescó unos metros más atrás. Y no solo eso, el camino es también el tronco que nos corta el paso, las piedras que se cuelan en nuestros zapatos, los charcos que están por saltar… En el inicio del camino veíamos una técnica y solo nos quedábamos con su objetivo: “Ésta consiste en tirar al tío retorciéndole la muñeca” qué ingenuos éramos, poco a poco, veíamos en esa misma técnica los movimientos de los pies, la distancia, la actitud, el desequilibrio, el tiempo, la fluidez, las direcciones, la psicología, la estrategia,… cada vez veíamos más detalles en el camino, y cada vez andábamos más despacio, porque cada vez nos fijamos en mas cosas. Muchas veces ves a uno nuevo, ves que se sitúa en el mismo camino y que te pasa a toda velocidad, y cree que te ha adelantado, pero el espacio es sólo una de las dimensiones, ¿realmente ha avanzado más? Cuando llegue a un punto avanzado de ese camino ¿habrá llegado allí realmente? Sí, físicamente estará allí ¿pero sabe cómo llegó allí? ¿sabrá de que color era la luz que le ha alumbrado?¿a qué olía la tierra que ha pisado?¿en qué dirección soplaba el viento que le alimentaba? Todo esto me hace pensar en cuántas cosas me fijo en las que antes no reparaba, y me pregunto cuántas me estaré perdiendo aún, y pienso que debería caminar un poquito más despacio.

- Claro, aunque esto no quiere decir que haya que quedarse indefinidamente mirando la misma piedra, ya que quedaríamos atrapados en algo que no nos conduce a nada. Hay que avanzar conscientes de nuestro alrededor, sin obsesionarse con nada, sin perder la perspectiva. Cuando te das cuenta de que tienes que “exprimir” el camino intentas sacarle significado y enseñanzas a todo, pero esto tiene un límite. Podemos mirar un árbol y, fijándonos más, apreciar la textura de su corteza, y, entrar en su corteza para ver sus células, descomponerlas para extraer una molécula y, de ésta, aislar un solo átomo, del que sacaríamos un protón, del que sacaríamos un quark,… ciertamente, a tales niveles, habremos perdido el camino.

- Ya, seguiremos teniendo experiencias, pero no sobre el camino en si.

- Eso es, hay que sacar información del camino pero haciendo camino. Hay que sudar el camino.




Alberto Bravo
Isabel Vázquez

lunes, 13 de octubre de 2008

BUFU IKKAN!!!!!


Este es mi sueño, ¡Sí! El viento Divino de los Bushi a través de mí.
Ahora quizás es tiempo de vislumbrar con más claridad un destino de luz para todos los que formamos parte de esta Gran Familia del Ninpo. En lo personal, siempre agradezco desde que me levanto, cuando me acuesto y durante los sueños, condición indispensable para continuar en la senda del Soke. Quizás haciendo un balance rápido, tenga mas deudas que ofrecer que materia tangible que dar, pero continuo agradeciendo por la vida misma; porque cuando parece que todo se oscurece, de pronto comienza a caer un halo de luz sobre mis pasos, y por eso agradezco; porque la vida me dio un ejemplo, mi padre; porque tengo a mi madre; porque Buda puso a mi lado a Graciela, compañera de todos los momentos que nadie ve ni sabe, esos momentos en los cuales uno necesita un aliento, un dale que todo saldrá bien, y porque sobre todo nunca me abandonó cuando más la necesité, desde hace un buen rato me espera y banca durante mis viajes para que yo pueda crecer y al la vuelta compartir mi aprendizaje, y por eso soy un agradecido; porque tengo el orgullo sano de contar con un grupo de alumnos amigos que pusieron todo para que no caiga y, si veían que tambaleaba, me sostenían, y por eso agradezco. Porque siento la necesidad de escribir sobre la lealtad y la amistad, porque el Bufu me empuja y me conduce.
No hace mucho cuando todo se ennegrecía, apareció otra vez la luz, y como siempre esa luz tiene nombre y apellido que no lo plasmo en estas líneas porque estoy seguro incomodaría a la persona de quien les hablo; pero estoy seguro de que lo entenderá, y vaya que luz nos dio. No a mí, sino a todos, porque gracias a esa luz hoy, tenemos el Honbu, TanGo Dojo y por eso se que no estoy solo para agradecer esto sino somos unas cuantas almas y espíritus en comunidad que

AGRADECEMOS.
Agradezco a los que se fueron de mi lado buscando su camino, por el tiempo compartido, sin saber quizás ellos que nos une el mismo destino.
¿Y que puedo decir del Soke, que a él no le haya dicho? El sabe que entendí su mensaje, y mi espíritu está mas afilado que nunca, y en su filo podrán ver la luz que refleja el sol de mi Maestro.
Y por si fuera poco, tengo la luz de mi pequeño Buda, que llegó a nuestras vidas hace ya casi cuatro años, que se llama Ailén. Y si algo me hace morder el polvo, la miro a ella y me levanto; en Japón dicen, “Si me caigo ocho veces, me levanto nueve”.

Para ellos y todos Uds. MUCHAS GRACIAS!!!!!!!!!!!!!!!!

Daniel Hernández

Alumno de Hatsumi Sensei
 
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